Las restricciones impuestas por los municipios de Chía y Cota a la movilidad de vehículos de carga pesada, aunque buscan mejorar la calidad de vida de sus habitantes y aliviar la congestión local, están provocando un presunto efecto colateral de gran impacto regional: el aumento de la congestión vehicular sobre la Calle 80, una de las principales vías de ingreso a Bogotá por el occidente.

En el caso de Cota, desde el 1 de abril de 2025, se implementó una restricción para vehículos de carga con un peso superior a 8.5 toneladas, exclusivamente sobre la vía Cota–Suba. La medida opera de lunes a viernes entre las 6:00 y las 8:00 de la mañana y entre las 2:00 y las 4:00 de la tarde. Los sábados, la restricción se extiende desde las 5:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche. Esta decisión ha obligado a los transportadores a tomar rutas alternas, especialmente la Calle 80, que ya presenta altos niveles de congestión.

Por su parte, Chía adoptó una restricción aún más amplia desde abril de 2024. El Decreto 279 de ese año limita la circulación de vehículos de carga con un peso superior a 3.4 toneladas en todo el perímetro urbano del municipio. La restricción aplica de lunes a sábado entre las 6:00 de la mañana y las 8:00 de la noche, y los domingos de 3:00 a 8:00 de la tarde. Si bien existen 19 excepciones, como el transporte de alimentos, medicamentos, combustibles o desechos, la gran mayoría de vehículos pesados ha debido redirigir su tránsito por rutas periféricas como la Autopista Norte y la Calle 80.

A esta situación se suman las condiciones climáticas. En lo corrido del año, las lluvias han sido persistentes en toda la Sabana de Bogotá, lo que ha incrementado y agravado los trancones en las principales arterias viales del occidente de la capital. Los encharcamientos frecuentes, especialmente en puntos críticos de la Calle 80, han contribuido a ralentizar aún más el flujo vehicular.

El resultado de estas medidas y condiciones es un aumento en los tiempos de desplazamiento (situación que han percibido los ciudadanos), mayores costos operativos para el sector logístico y una afectación directa sobre miles de personas que transitan por el occidente de Bogotá.

A pesar de los reclamos de la ciudadanía y empresas del sector, no existen hasta el momento soluciones robustas entre Bogotá y los municipios vecinos. Por ejemplo, aunque el tercer carril de ingreso a la ciudad estaría en estudios para habilitarse desde hace varios meses, esto todavía no ocurre.

Actualmente, la Secretaría de Movilidad de Cundinamarca y el Distrito han planteado mesas de trabajo técnicas con el objetivo de coordinar acciones conjuntas. También se adelantan labores de mantenimiento y rehabilitación sobre algunos tramos de la Calle 80 y la Calle 13, además del refuerzo en operativos de control y gestión del tráfico en horas pico. No obstante, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes frente al creciente volumen de vehículos que circulan a diario por estas rutas.

Mientras tanto, la Calle 80 y la Calle 13 se han convertido en un embudo diario para el transporte de mercancías, trabajadores y ciudadanos que se desplazan entre la Sabana de Bogotá y la capital.

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